lunes, 20 de abril de 2015

NADA

La espina que tengo incrustada en mi corazón ya tiene la carne de su alrededor cicatrizada, aunque sigue clavada allí. No hay indicios de que vaya a salir nunca. No duele, pero permanece.
Un día sin previo aviso, algo la revuelve. Puede que alguna palabra volátil evoque, como un chasquido, una serie de recuerdos. En un instante una chispa, un segundo, y de repente....Dolor.
La espina se revuelve como queriendo salir de esa cárcel dónde tantos años ha estado recluida. Como un pájaro cuando lo coges con una mano, se retuerce, se desespera, se agota. Quiere escapar.
Y todo lo que en su día curado estaba, vuelve a sangrar. La carne se resquebraja otra vez, ríos de sangre crean e inundan enormes surcos por dónde salen en estampida. Todo se vuelve caos y oscuridad.

Mientras tanto, enmudecida miro al infinito. No alcanzo a creer que pueda volver a suceder.
Debería esforzarme en calmarme, en serenarme, en pensar las cosas con tranquilidad. Pero no.
Mi corazón taquicárdico y mi cuerpo inerte convulsionan. Y sucede un terremoto en mis adentros.
A duras penas logro tumbarme y dejar que el tiempo me envuelva en la acogedora nada. Nada pasa por mi cabeza, nada por mi corazón. En definitiva, después del golpe en nada me quedo.








No hay comentarios: